Dentro del extenso acervo dancístico que hoy tiene Cuba, se pueden encontrar diferentes clasificaciones de las manifestaciones música-danzarias, pertenecientes a las tres raíces principales del folclor cubano: hispánica, africana y franco-haitiana. Entre ellas podemos mencionar las danzas populares tradicionales de contenido ritual, y las danzas populares tradicionales laicas o profanas. Intrínsecamente a estos últimos, se distinguen a su vez los bailes sociales o de salón.
Los bailes sociales cubanos o bailes de salón son aquellos que se relacionan fundamentalmente con los núcleos sociales de los centros urbanos y que se realizan, en su mayoría, en espacios destinados a la recreación, tales como: sociedades recreativas, clubes sociales, cabarets, salas de residencias y plazas. Si bien este tipo de manifestación bailable es un producto inmediato de la ciudad, ese hecho no excluye que también se cultive en las zonas rurales.
Los bailes de salón están íntimamente ligados a los eventos sociales donde, aunque existen otras actividades, el baile como tal es el atractivo decisivo de la ocasión. Es el caso de las fiestas populares, carnavales, parrandas, charangas y todo tipo de fiestas públicas o privadas. En estos contextos se dan las circunstancias favorables para el baile de pareja, que permite no sólo el libre acercamiento erótico de las parejas, sino también la solidaridad colectiva sin distinción de clases sociales, edades, sexos y razas.
Desde el siglo XVIII, y probablemente antes; los más diversos bailes de salón que surgieron en otros países se introdujeron en Cuba por distintas vías, y que constituyeron la moda del momento (Baile Country, Minuet, Rigodon, Lanceros, Quadrille, Waltz). Luego de llegar a la Isla y alcanzar su apogeo, pasaron por un proceso de adaptación a las nuevas condiciones socioculturales y geográficas. Esto proporcionó en muchos casos la criollización tanto de la música como de la danza. En otros casos, se produjo el surgimiento de nuevos bailes de salón (Danza Criolla Campesina, la Danza, la Habanera, el Danzón) a partir de la selección y combinación de formas realizadas por los bailarines, a partir de elementos recibidos con aportes realizados en correspondencia con el levantamiento cubano. identidad cultural.
Durante los siglos XIX y XX se inició en los salones de baile la génesis de los diferentes bailes de salón cubanos, que luego se expandieron por todo el país, con carácter urbano o suburbano. Las Sociedades de Espectáculos, junto con las Academias de Danza, los salones de residencias particulares y otros lugares destinados al esparcimiento, influyeron en el gusto por la danza de la población cubana en diferentes épocas.
Los antecedentes de los bailes de salón cubanos se encuentran en el Country-dance, género musical bailable catalogado dentro de los llamados códigos de baile, que se originó en Inglaterra y Normandía.
La Contradanza es introducida en Cuba por España que, como colonia, impuso sus hábitos y costumbres en la Isla; por Inglaterra, cuando los británicos se apoderaron de La Habana en 1762; y por Francia, como consecuencia de las sucesivas migraciones franco-haitianas hacia el oriente del país durante la Revolución Haitiana de 1791.
Fue interpretado en Cuba desde el siglo XVIII, pero no fue hasta principios del siglo XIX cuando alcanzó un notable auge, y adoptó características muy especiales que lo convirtieron en un baile-país criollo. El baile criollo más antiguo que se conoce es “San Pascual bailón”, el cual es anónimo y fue publicado en 1803.
Entre sus principales particularidades se encuentra el llamado ritmo de tango, figuración proveniente de la música africana, que la danza campesina, primer eslabón de la cadena de los bailes de salón cubanos, asimiló junto con ciertos movimientos corporales. Los elementos de la música africana ingresaron a este género de danza a través de los músicos que la tocaban, quienes formaban parte de las bandas de negros que tocaban en bailes públicos, escuelas de baile, fiestas de pesebre, fiestas patronales y fiestas de la clase aristocrática.
De la danza-país nacieron los géneros de La Clave, La Habanera, La Criolla y Danzón. El elemento sustancial más importante que aportó el baile-país a los bailes de salón cubanos fue su paso básico. Este consiste en avanzar o retroceder alternando los pies, en cuatro tiempos musicales. En esencia, esta forma básica se mantuvo en danza, danzón, hijo y casino, aunque evolucionó en diferentes épocas con ciertos cambios en los acentos corporales y el ritmo, y algunas otras variaciones menores u ornamentos en los pies, especialmente en los desplazamientos y la ejecución de nuevas figuras.
El reinado del country-dance duró casi 30 años. En la primera mitad del siglo XIX tuvo un gran apogeo en toda la población, pero hubo muchos matices en relación al lugar y la gente que lo bailaba. Mostró mayor libertad corporal cuando fue ejecutado por plebeyos. La forma de ejecución de los movimientos seguramente fue influenciada por los esclavos, ya que ellos también enseñaban a bailar a las señoritas.
Si bien el baile tiene una forma musical similar a la del country-dance, presenta modificaciones considerables desde el punto de vista coreográfico con respecto al mismo. La danza tiene como característica muy especial el ser por primera vez en los bailes de salón cubanos; los hombres toman a las mujeres en posiciones cerradas de baile social. Este arreglo entre las parejas se utilizó en danzón, danzonete, cha-cha, hijo y finalmente el casino.